martin... en viaje

todo relato empieza con un movimiento, desestabilización del personaje. en este caso, un viaje, una mudanza, periplo. de esto se trata: obviedades y petulancias: un portenio en córdoba

miércoles, enero 30, 2013

temblor alejandra

fue lindo
digamos
pero re cortito
hasta que te das
cuenta que
el mareado
no sos vos
sino tu piso

ya había pasado

sábado, enero 19, 2013

Bienvenido, 2013


Sentir que la vida cambia de sentido es algo curioso; basta con quedarse ahí, sin hacer nada, y sentir cómo todo da vuelta. Durante toda la cena estuve callado, pensativo, hasta el punto de que Valérie empezó a preocuparse.
- ¿Estás seguro de querer hacerlo? -me preguntó-. ¿Estás seguro de que no vas a echar de menos Francia?
- No, no voy a echar de menos nada.
- Aquí no hay distracciones, ni vida cultural.
Yo era consciente de eso; cada vez que me había parado a pensarlo, la cultura me parecía una compensación necesaria ligada a la infelicidad de nuestras vidas. Tal vez se podría imaginar una cultura de otro tipo, vinculada a la celebración y al lirismo, que se desarrollaría en un estado de felicidad; pero no estaba seguro, y me parecía una consideración teórica que ya no tenía mucha importancia para mí.
- ¿Estás seguro de que no vas a aburrirte? -insistió ella.
Yo había conocido el sufrimiento, la opresión, la angustia; pero nunca me había aburrido. No veía ninguna objeción a la eterna, estúpida repetición de lo mismo. Claro, tampoco me hacía ilusiones de llegar a ese estado; sabía que la desgracia tiene buena salud, que es ingeniosa y tenaz; pero en cualquier caso era una perspectiva que no me preocupaba en absoluto. De niño, podía pasarme horas contando tréboles en un prado: en todos aquellos años de búsqueda, nunca encontré un trébol de cuatro hojas; no me sentía decepcionado ni amargado por ello; en realidad, igual podría haber contado briznas de hierba: todos aquellos tréboles de tres hojas me parecían eternamente idénticos, eternamente maravillosos.


Michel Houellebecq, Plataforma.