martin... en viaje

todo relato empieza con un movimiento, desestabilización del personaje. en este caso, un viaje, una mudanza, periplo. de esto se trata: obviedades y petulancias: un portenio en córdoba

lunes, agosto 30, 2010



sábado, agosto 28, 2010

Diario de viaje. BA 0.5

Embrutecido por la noche me choco en la avenida vacía con el gentío. Una multitud sólo puede significar un cadáver o una luminaria. La magia de Baires logra fusionar estos menesteres y la gente que se agolpa en la vereda está esperando la aparición de Ricardo Fort. Buenas noches amigos televidentes, estamos en la salida del espectáculo teatral FORTuna aguardando que pase, entre estas dos vallas que restringen el espacio público, la estrella del momento. Estrellas & Momentos, así se llamaría el programa y yo lo conduciría con rubias extensiones.
Fort es petiso, es lo primero que viene a mis sentidos. Mi mamá me enseñó a medir de esta forma a los famosos. Por ejemplo, mi mamá dice que la Legrand no es más alta que ella. Lo que yo veo es que Fort es petiso y Silvina Escudero, que sale después, es flaca. En la calle al millonario no lo espera su publicitado Rolls Royce sino un auto de alquiler nacional de obligados vidrios polarizados. Se maneja con un gesto a mitad de camino entre el goce y el fastidio, posa para la foto celular pero con cara de que le están robando su precioso tiempo. Apura y se mete en el coche que sale a mil para conferirle espectacularidad y ganarle al semáforo.
Parado a veinte metros del epicentro, a medio camino entre el teatro y La Paz, miro y escucho a los feligreses catódicos comentar y festejar. La escena va trasladándose hacia el frente del café donde una enjoyada dama mayor es atosigada por flashes y señoras menos maquilladas. No la reconozco de la fauna televisiva pero después mi mamá me va a explicar que sí, que esa es la madre del chocolatero. Mientras sigo con un ojo el evento veo salir a otra anciana figura del lugar al que Páez cita en su canción más coreada. El hombre es alto, bigote frondoso, bastón. Completamente fuera del asunto, se para en medio de la vereda sin decidirse a llegar al cordón o quedarse sobre la puerta del local. Me lleva un rato reconocer al caballero en suspenso. Sin embargo, no logro entender qué espera. ¿Un taxi? ¿Un acompañante relegado en el local? ¿Una centella? Una eternidad después se detiene en la propia esquina un Peugeot y David Viñas acciona. Durante esta pausa, el circo de cámaras y estrellitas fue disipándose como una niebla sucia. Escenas, dimensiones paralelas en las que el tiempo se condensa de formas variopintas. Viñas rodea el auto para subir por la puerta del acompañante y parece un astronauta orbitando un satélite arenoso. Yo lo miro irse por la Avenida hasta la otra esquina, hasta la luna, hasta que el auto que viene a recogerme estaciona a metros de mis pies.

miércoles, agosto 25, 2010

Diario de viaje. BA 0.4

Camino sin acentos por la avenida que no descansa. Un par de cuadras e inmediatamente esa mitología se desmiente. Acá, donde estoy parado, había una librería y ahora hay un hotel. Un cacho de hotel. Acá donde ahora la gente viene a dormir hubo, carajo, una gran librería de ofertas. Abrían hasta muy tarde y tenían unos anaqueles donde siempre cabía una sorpresa. Yo comía pizza en la Ugi’s que estaba al ladito, ahí donde ahora está ese local de cueros, comía y pasaba a comprar u hojear. A ese local le debo haberme alzado con algún Mann, Bradbury, Saccomanno, Borges... Maravillosa librería, en sus fondos estaban disimulados los estantes de la pornografía más sobrecogedora que escondía esta ciudad. Un falso escondite: todos los clientes que debían pasar por caja quedaban frente a unas bambalinas de tetas a colores y culos descomunales. Videos a precios accesibles, revistas que ya no tengo pero que atesoré durante años, castillos de la fantasía y la erección… Ahora un hotel, ja, un albergue de lujo a pasitos del falo mayor. Donde venía a despertarme ahora la gente cae por la mosca y el pernocte. Ay, Corrientes, te vienen a dormir.

domingo, agosto 22, 2010

Mais autobombão

En esta muy interesante publicación cultural, el generoso Ronaldo Caggiano ha publicado algunos poemas de mi libro Cantata, traducidos al portugués.
Comparto orgulloso uno de ellos, dejo el link y las gracias y el abrazo a Ronaldo en São Paulo.


Estátuas de sal

as tuas criaturas
no banheiro
esperando essa estação
sem brisas nem trem
as vias contra a cabeça
orelhas de chumbo
abertas

escuta
todos temos uma voz a esta hora
uma que não sabemos
que não queremos cantar

lançou dos alto-falantes
como um gorjeio doente

onde estão teus filhos esta vez?


sábado, agosto 21, 2010

Diario de viaje. BA 0.3

Mientras esperamos la pizza acompaño a mi mamá a comprar pinceles a un todo-por-dos-pesos, de los pocos chinos que sobrevive en estos tiempos sin uno-a-uno. “Comprate algo” me dice, pero no necesito nada de lo que veo ahí. Mas, luego entran dos muchachos. A uno no lo conozco, al otro sí. Hablamos mucho en un tiempo, por medios virtuales. Nos gustábamos supongo, al menos él me gustaba, me gusta. Pero no se dio. Una vez lo encontré muy borracho en un boliche innombrable. Me contó que estaba por filmar una peli, estaba muy borracho. Y no se dio. Algunos años después vi la película. No voy a decir el nombre del film, que además es de esos de los que uno solo ve escenas y adelanta el resto, y no recuerda el nombre ni el chiste del nombre. Sí vale acotar que es una de esas que se filmaron en seguidilla cuando algunos gringos descubrieron lo friendly que podía ser Baires y la abundancia y disponibilidad de buena carne. En fin, el muchacho en cuestión, acá en el chino, ahora, a tres metros de mí, me parece más flaco de lo que lo recordaba en la movie, menos musculoso tal vez. Jean azul, campera de jean, remera blanca: el basic de un taxi. Sin embargo se mueve con blandura de amor, habla en un medio tono con su acompañante: ahí evidentemente no hay negocio. “Agarre una galleta de la fortuna” dice la señora detrás de la caja registradora. Mi mamá está en el fondo del local, los muchachos van saliendo, solo quedo yo. La miro, extiendo la mano, muerdo. Antes de leer pienso otra vez en la improbabilidad de encontrarme en esta geografía kitsch y remota con un pibe con el que fantaseé en el pasado, protagonista de un DVD hablado en improbable argentino y subtitulado en inglés. ¿Daniel? ¿Matías? ¿Importa? ¿No son todos nombres de guerra? Me acuerdo lo ridículo del guión de la escena que protagoniza en un motel haciendo de chico de alquiler. Y ahora acá de la mano de otro chico en una escena neoporteña integrista. En mi mano una tarjeta de precisa caligrafía. “EL AMOR ES UN MAL NEGOCIO”. Le sonrió a la china pero ella ni me mira ni sonríe.

miércoles, agosto 18, 2010

Diario de viaje. BA 0.2

Algo que me lleva a cierto pulso de la infancia es comer las pizzas de El Fortín. En el fondo yo quería ser hincha de Vélez pero no me dio el piné. Hacia ese berretín vamos ahora atravesando Monte Castro y me sorprende el jolgorio en las calles. Desinformado pregunto qué pasa. Mi mamá no sabe decirme. Asado en las calles, multitudes sonrientes. A ver: Macri sigue libre por las calles de la ciudad, la Selección del Diego perdió, la Revolución sigue siendo un sueño… ¿qué festejan? Veo, más allá, tres camisetas y entiendo un poco y papá explica el resto: All Boys, All Boys es de primera. Eso festejan los pibes. Tanto corte stone me hace recordar qué lejos vivo de este mundo íntimamente porteño. Eso sin mencionar que los clubes cordobeses hace rato no festejan nada...
La pizza sigue tan media-masa como siempre aunque con algo menos de mozzarella. La fugazzeta es tal vez, ojalá, la materia de la que el cielo está hecha, el cielo al que aspiro. Un cielo salado si pienso en cuánto pagué la última vez y cuánto acabo de dejar en caja. Hay que pasar el invierno donde lo único que no se congelan son los precios. Me pregunto si esa costilla que queman los pibes de Floresta en la vereda es carne Premium o sólo Karne...

lunes, agosto 16, 2010

Diario de viaje. BA 0.1

Me llevan a comprar ropa por el dédalo de Avellaneda. Es sábado y es el infierno. Mi mamá me habla de la nueva Saladita, un mercado entre itinerante y espontáneo que arranca cuando el combinado judeo-koreano baja las persianas. Todavía faltan dos horas para el cierre del mundo legal pero aquí y allá la hermandad latina se arroja con mantas y baratas entre la multitud. Peluches, guantes mágicos, muñecas símil Barbie, cintos de cuero, calzones, batas de raso, quita pelusas, ceviche. Mi viejo se vuelve rendido al auto estacionado a varias cuadras de la turba. Yo persigo una camisa que no voy a comprar aunque consigo un sweater y dos remeras iguales.
La feria paralela se arma y desarma durante la mañana: las fuerzas del orden puntúan la coreografía. “Hoy están insoportables” le escucho decir a una señora que amamanta. Mi mamá regatea por un vestidito, finalmente no lo lleva. Pienso que comprarme esos undies con estampados cannábicos son demasiado. Pero me compro unos soquetes con el dibujo de una marca felina.
Por las calles laterales, padres ortodoxos arrastran a su prole al templo, al mediodía. Un muchacho en un auto importado nos pregunta donde hay una casa de cambio. Mientras tomamos mate estacionados en Morón y Campana, vemos salir de las casas de ventanas clausuradas infinidad de costurerxs. En todas esas casas se cose a destajo, se produce la maravilla de los shoppings, el topacio de las pasarelas. En estas casitas se enhebra la plusvalía de los nombres franceses y norteamericanos made in Argentina. Pero todos hacemos de cuenta que no sabemos, que la precarización de la industria textil se fue con los noventas, que ya no existe la esclavitud. Salvo cuando Crónica muestra, cada tanto, alguna muerte, algún allanamiento por falta de cometas.

sábado, agosto 14, 2010

Diario de viaje. Día 999


En la habitación de al lado, un Jorge canta su
desvelo:


En qué hotel
De qué ciudad
En el que ahora me desvelo

Me estoy sintiendo lejos
De qué casa
A cuántas horas de aquí
De vuelo



miércoles, agosto 11, 2010

viernes, agosto 06, 2010



martes, agosto 03, 2010

Diario de viaje. Día 61

Hay un momento del viaje en que se acaba el viaje. O que, mejor dicho, muta y se hace otro, porque en verdad el viaje nunca acaba. Lo podemos ver en la última peli de Nolan, lo podemos pensar con el Cortázar más almibarado y también en el bellísimo Matadero 5 de Vonnegut. El viaje es como el ritmo.

Pero hay un momento en el que el viaje se encausa, se entronca, derrapa. Es la amenaza del cese, del enraizado, del cachado.

La fijeza es una respuesta del cuerpo, como un virus. Una defensa, una reacción, un anticuerpo. La consunción del sistema inmunitario, la vaccin del viajante.

De repente, un lugar confortable. Un oasis o la impresión de un oasis. Espejismo. ¿Espejismo? Nada se sabe de si es un sueño en el sueño. O cuando deja de ser sueño. O si hubo alguna vez sueño.

Reglas de mercado claras. Cuotas y tarjetas crediticias. Autos accesibles. Transporte público en horario. Urbanización eficiente. Empleos customizados. Cerveza barata.

Un día despertás y ves que en el espejo no hay nada. Una bolsa de arena o peor, arena suelta, remolino. El café pasa de largo y sos arena húmeda y oscura, saco roto. Bajas hasta la piscina, dejas el apartamento a oscuras, la alberca, ves que sobre la rufa sube el sol, sube y sube, hasta que desaparece. Pareces uno de esos personajes chilos a los que le crecen globos por manos. Globos rojos de gas comprimido, estáticos.

Es la inflexión, la coda del viaje. Escuchás que te habla el cactus, oh San Pedro gigante, luz de la reflexión, devuélveme el camino. Y el camino se abre así a tus pies, ancho y deforme.

Y te vas pateando feliz sin saber que en el taco de la bota llevás pegada una copia de la Ley de Arizona. Y un wanted con tu imagen, la foto en traje de taekwondo, a tus ocho años.


domingo, agosto 01, 2010

otro poema de "Cantata"

1, 2, ultraviolento


habíamos tomado el cielo la calle

por asalto

con media warsteiner

en tu bolso

una molotov aprendida

por el cursillo

www.arrevolucionar.edu


demasiado sobrios

vos te querías picar

pero nada no pegamos

ni trazo de valium

ni un puto tafirol

un sorbo de sangría

eso fue todo

una naranja dos limones

lata de ananá


así de puestos

en el último vagón del mitre

entorchamos las paredes

pintando no future


explosión stencil del mundo

ese che que me bordaste

en la mochila

sobre el boomerang de nike